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SACRAMENTOS
Los bautizados avanzan por el camino de la iniciación cristiana por medio del sacramento de la Confirmación, por el que reciben la efusión del Espíritu Santo, que fue enviado por el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Por esta donación del Espíritu Santo los fieles se configuran más perfectamente con Cristo y se fortalecen con su poder, para dar testimonio de Cristo y edificar su Cuerpo en la fe y la caridad. El carácter o el signo del Señor queda impreso de tal modo, que el sacramento de la Confirmación no puede repetirse.
El ministro ordinario de la Confirmación es el Obispo. Ordinariamente el sacramento es administrado por él mismo, con lo cual, se hace una referencia más abierta a la efusión del Espíritu Santo en el día de Pentecostés... Además del Obispo, por el mismo derecho tienen facultad de confirmar:
a) El Administrador apostólico, que no sea Obispo, el Prelado o Abad «nullius», el Vicario o Prefecto Apostólico, el Vicario Capitular, dentro de los límites de su territorio y durante su ministerio.
b) El presbítero que legítimamente ha recibido la misión de bautizar a un adulto o a un niño en edad catequética, o admite a un adulto bautizado válidamente a la plena comunión de la Iglesia.
c) En peligro de muerte, cuando no se pueda fácilmente recurrir al obispo, o éste se encuentre legítimamente impedido, pueden también confirmar: los párrocos y vicarios parroquiales, y en su ausencia, los vicarios coadjutores; los presbíteros que rigen parroquias peculiares debidamente constituidas; los ecónomos; los vicarios sustitutos y los vicarios auxiliares. En ausencia de todos los dichos, cualquier sacerdote que no tenga censura o pena canónica.
Los confirmandos gozarán de la ayuda de la comunidad cristiana y principalmente de la formación que han de recibir durante el tiempo de catecumenado y a la que contribuyen los catequistas, los padrinos y los miembros de la Iglesia local, y también de la catequesis y de las celebraciones rituales comunitarias. La organización del catecumenado se adaptará a la edad de los que se acercan a la Confirmación.
A los padres cristianos corresponde ordinariamente mostrarse solícitos por la iniciación de los niños a la vida sacramental, bien formado por ellos el espíritu de fe y aumentándoselo gradualmente, bien preparándoles a una fructuosa recepción de los sacramentos de la Confirmación y de la Eucaristía, siendo ayudados, oportunamente, por las instituciones que se dedican a la formación catequética. Esta función de los padres se manifiesta también por medio de su activa participación en la celebración de los sacramentos.
Según costumbre, a cada uno de los confirmandos le asiste un padrino, que lo lleva a recibir el sacramento, lo presenta al ministro de la Confirmación para la unción sagrada y lo ayuda después a cumplir fielmente las promesas del Bautismo, según el Espíritu Santo que ha recibido. El padrino ha de tener madurez suficiente para cumplir esta función; ha de pertenecer a la Iglesia católica y estar iniciado en los tres sacramentos: Bautismo, Confirmación y Eucaristía; y no ha de estar impedido por el derecho a ejercer la función de padrino.
Celebración del Sacramento
Ritos iniciales
Hermanos: nos hemos reunido para celebrar la confirmación de algunos miembros de nuestra comunidad de bautizados. La confirmación es uno de los tres sacramentos de la inciación cristiana. El obispo, como representante principal de Jesucristo en la diócesis, preside esta asamblea, en la cual el Espíritu Santo, que ya habita en el corazón de los bautizados, se les infundirá con mayor plenitud, a fin de hacerles madurar y crecer como cristianos. Renovemos nuestra fe en la presencia del Espíritu del Señor en medio de su asamblea, y dispongámonos a recibir, tanto los que se han de confirmar, como los que ya lo estamos, una nueva efusión de sus dones.
Oración
Cumple, Señor, en nosotros tu promesa:
derrama tu Espíritu Santo,
para que nos haga ante el mundo testigos valientes
del Evangelio de Jesucristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Liturgia de la Palabra
Hch 2,1-6.22b-23.32-33
Salmo 144
1 Cor 12,4-13
Lc 4,16-22
(u otras indicadas)
Presentación de los confirmandos
Estos jóvenes/adultos fueron bautizados con la promesa de que serían «educados en la fe», y de que «un día recibirían por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo». Ese fue el compromiso de sus padres y padrinos en el Bautismo. Como responsable de la acción catequética, tengo la satisfacción de decir a la comunidad reunida, que estos jóvenes/adultos han recibido la catequesis adecuada a su edad.
Homilía o Exhortación
Concluye con las siguientes palabras:
Y ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene que renovéis ante mí, pastor de la Iglesia, y ante los fieles aquí reunidos, testigos de vuestro compromiso, la fe que vuestros padres y padrinos, en unión de toda la Iglesia, profesaron el día de vuestro Bautismo.
Renovación de las promesas del Bautismo
- ¿Renunciáis a Satanás y a todas sus obras y seducciones?
Sí, renuncio.
- ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
Sí creo.
- ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo.
- ¿Creéis en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que hoy os será comunicado de un modo singular por el sacramento de la Confirmación, como fue dado a los Apóstoles el día de Pentecostés?
Sí, creo.
- ¿Creéis en la santa Iglesia católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Sí, creo.
Esta es nuestra fe.
Esta es la fe de la Iglesia,
que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús,
Señor nuestro.
Amén.
Imposición de manos
Oremos, hermanos a Dios Padre Todopoderoso y pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos hijos de adopción que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo, para que los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo.
Dios Todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo a estos siervos tuyos
y los libraste del pecado:
escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito;
llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalos del Espíritu de tu santo temor.
Amén.
Crismación
Hemos llegado al momento culminante de la celebración. El Obispo les impondrá la mano y los marcará con la cruz gloriosa de Cristo para significar que son propiedad del Señor. Los ungirá con óleo perfumado. Ser crismado es lo mismo que ser Cristo, ser mesías, ser ungido. Y ser mesías y cristo comporta la misma misión que el Señor: dar testimonio de la verdad y ser, por el buen olor de las buenas obras, fermento de santidad en el mundo.
N.,
Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.
Amén.
El Obispo añade: La paz sea contigo.
El confirmado responde: Y con tu espíritu.
Oración de los fieles
(que pueden hacer los mismos confirmados)
Liturgia Eucarística
(si la celebración del sacramento fuese dentro de la Misa)
Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor,
que continúes favoreciendo a estos hijos tuyos
a quienes has ungido con el don del Espíritu Santo
y has alimentado con el sacramento de tu Hijo;
haz que, superando las dificultades de la vida,
alegren con su santidad a la Iglesia
y, por medio de sus obras y de su amor,
la hagan crecer en el mundo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Dios Padre todopoderoso, que os adoptó como hijos, haciéndoos renacer del agua y del Espíritu Santo, os bendiga y os haga siempre dignos de su amor.
Amén.
El Hijo unigénito de Dios, que prometió que el Espíritu de verdad estaría siempre en la Iglesia, os bendiga y os fortalezca. Amén.
El Espíritu Santo, que encendió en el corazón de los discípulos el fuego del amor, os bendiga y, congregándoos en la unidad, os conduzca a los gozos del reino eterno.
Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Amén.